Si estás leyendo esto supongo que eres un ser humano y, como tal, cometes errores. Sí, tú y yo, como todos los seres humanos cometemos errores habitualmente. La única diferencia entre unos y otros es la manera de afrontarlos: con culpa o responsabilidad.
La culpa destruye
¿Quién no se ha sentido culpable alguna vez o ha culpabilizado a alguien de su sentir o desdicha?
La culpa es un sentimiento que surge cuando creemos haber roto alguna norma personal, social o generacional. Puede ser por algo que hayamos hecho, pensado o sentido, que transgrede nuestro sistema de valores o, por el contrario, algo que creemos que debíamos haber hecho, pensado o sentido y no fue así. De igual manera, la culpa se puede dirigir hacia los demás.
La culpa se ancla en el pasado, en lo que ya nada se puede hacer, en el reproche, en el castigo y el dolor. Es cobarde, nos inmoviliza y no nos permite reparar el daño causado. Tiene un beneficio oculto, traspasa nuestra propia responsabilidad a los demás, a la vida o al mismísimo Dios, evitándonos así aprender del error. La culpa sentencia a las personas y destruye su autoestima.
La responsabilidad construye
La responsabilidad es hacerme cargo activamente de mi error para generar un cambio que me permita mejores resultados en el futuro.
Es la humildad de admitir que nos hemos equivocado y comprender que tenemos el derecho a hacerlo sin sentenciar a nuestra persona. Es tener la capacidad de comprender, perdonar y pedir disculpas. Es reparar activamente el daño causado, si es posible, y aprender de lo sucedido. Es reflexionar para encontrar las raíces que dan ese fruto, ¿qué me ha llevado a actuar, pensar o sentir de esa manera?, para poder transformarlas y que den frutos diferentes.
En la gran mayoría de las situaciones de la vida los resultados no dependen solo de ti; tú tan solo tienes un porcentaje variable de responsabilidad y es el único que puedes manejar. Esta es una de las razones por las que los resultados no siempre son los que deseamos. Sin embargo, saber que desempeñaste tu parte del trabajo te ayuda a liberarte del sentimiento de culpa.
¿Qué es mi responsabilidad?
Es mi responsabilidad: mis palabras, conductas, acciones, esfuerzos, errores, ideas, las consecuencias de mis acciones, mi vida y mi felicidad.
NO es mi responsabilidad: las acciones, palabras, sentimientos, creencias, errores, vida y felicidad de los demás, ni las consecuencias de sus acciones.
Cómo pasar de la culpa a la responsabilidad:
- Asume que te has equivocado y, como ser humano, puedes hacerlo sin ser castigado.
- Pide disculpas si consideras que te has equivocado, te las acepten o no. La petición de perdón es el mayor acto de dignidad humana ante los errores.
- Reflexiona sobre las razones que te han llevado a esta situación; compréndete y llegará tu propio perdón.
- Si has dañado a alguien busca propuestas de solución y pregúntale cómo podrías reparar el daño.
- Recuerda que el enfado del otro y el perdón, concedido o no, no son tu responsabilidad, sino la suya.
¡Gracias por leernos!
Beatriz Reguera Álvarez
Psicóloga en Tu Psicoterapia Madrid