En este post intentaré dar respuesta a esta pregunta, y, para ello, voy a utilizar tres términos que solemos confundir en este ámbito: introversión, timidez y fobia social.
INTROVERSIÓN
Los extrovertidos, se caracterizan por llenarse de energía en ambientes sociales. Por tanto, suelen disfrutar más en lugares masificados, con música alta y sensaciones extremas. Es común que les agrade ser el centro de atención de un grupo. Estar rodeados de muchos amigos, practicar deportes extremos o actuar en un escenario.
Por el contrario, los introvertidos generan su propia estimulación interna, por lo que los ambientes muy energéticos y llenos de gente les saturan y agotan. Suelen disfrutar más de actividades como leer un libro, mantener conversaciones con sus amigos íntimos o pasar un día en la naturaleza.
Cabe destacar aquí que, ninguno de los dos tipos es mejor que el otro en términos calificativos, ya que tanto la introversión como la extraversión contribuyen al desarrollo del individuo.
Para una mejor comprensión de esta clasificación, debemos tener en cuenta, que las personas no somos radicalmente introvertidas o extravertidas, sino que nos encontramos situadas a lo largo del continuo introversión-extraversión. Es decir, todos podemos mostrar características de uno u otro tipo en función del momento o de la situación en la que nos encontremos. Sin embargo, sí existe la tendencia a sentirse más identificado con alguno de ellos.
TIMIDEZ
La timidez es el miedo a que la gente nos juzgue negativamente en las situaciones sociales. Las personas tímidas, suelen tener el deseo de expresar lo que piensan y sienten, o de relacionarse más activamente con los demás. Sin embargo, se inhiben de ello por el temor a lo que puedan pensar o decir los demás acerca de sus palabras o comportamiento. Esto sucede porque sienten que no cuentan con los recursos psicológicos suficientes para asumir el rechazo o sostener un conflicto con los demás. Se desvalorizan a sí mismos y suponen que una herida a su ego solo se curaría con mucho dolor.
Por lo tanto, nos encontramos ante un deseo a socializar inhibido por miedo a desagradar o ser rechazados, características que no encontramos en los introvertidos no tímidos.
FOBIA SOCIAL
La timidez y la fobia social son conceptos próximos, pero en el caso de la segunda, el miedo se convierte en un pánico paralizante que lleva a la persona a evitar las interacciones sociales, teniendo un mayor impacto en las diferentes áreas de la vida de la persona que la timidez.
El DSM-5 contempla la fobia social como un trastorno de ansiedad, el cual, requiere el cumplimiento de criterios específicos para su diagnóstico:
La persona que padece fobia social siente un temor intenso a las situaciones sociales en las que se encuentra expuesto al posible escrutinio de las personas. Por ejemplo: interacciones sociales (mantener una conversación), ser observado (beber o comer) y/o actuar delante de otras personas (dar una charla). La persona teme actuar de cierta manera o mostrar síntomas de ansiedad por los que pueda ser evaluado negativamente (que sean humillantes o vergonzosos, que produzcan rechazo u ofendan a otras personas). Todo esto los lleva a evitar de manera persistente las situaciones sociales o las afrontan con un fuerte temor.
Las consecuencias del trastorno, dependen de la cantidad de situaciones que la persona tema y evite con posibles limitaciones en las áreas académica, laboral, de ocio, dificultades a la hora de relacionarse con el sexo opuesto, con conocidos y desconocidos, con personas de autoridad, etc.
Si pensamos que el número de situaciones temidas se distribuyen a lo largo de un continuo, nos podremos imaginar también el impacto que puede tener en la vida de la persona, desde pequeños contratiempos en un extremo, hasta la existencia dominada por el temor a todo tipo de relaciones sociales, en el otro.
¿QUÉ PUEDO HACER SI TENGO DIFICULTADES PARA RELACIONARME?