Sabemos que en las parejas, las crisis de las vacaciones son frecuentes y, como consecuencia, un alto número de parejas incluso terminan separándose al volver a la rutina, pero ¿qué es lo que ocurre para que esto suceda?
Nos pasamos todo el año deseando que llegue el verano para viajar al lugar deseado y olvidarnos de las prisas, los compromisos y las preocupaciones diarias. Por supuesto, queremos compartir ese tiempo libre con la persona que tenemos al lado, con la intención de descansar o vivir juntos las mejores experiencias. En estos días, tu pareja adquiere un protagonismo especial.
Durante el año, nuestra mente y nuestros sentimientos se mantienen “distraídos” (en cierto modo) con nuestra rutina cotidiana y las responsabilidades, pero llegan las vacaciones, dejamos todo eso atrás ¡sólo queremos disfrutar!. Si es con nuestra pareja, mejor que mejor, pero que todo sea perfecto y que nada enturbie esos días tan deseados… Evidentemente, no siempre se consigue.
¿Las vacaciones agudizan los problemas de pareja?
Se podría decir que sí, que las vacaciones ponen a prueba la solidez de la pareja. Y es que comenzamos nuestras vacaciones con grandes expectativas, no queremos que nada falle, nos hemos ganado a pulso ese tiempo de descanso o diversión ¡y que nadie se atreva a fastidiarlo! Pero, ¿Qué pasa cuando de repente surgen fricciones con quien nos acompaña?
Lo más normal es que esos pequeños conflictos despierten problemas que, aunque siempre hayan existido, ese momento tienen una importancia mucho más relevante. Nuestra mente está más despejada, pasamos más tiempo juntos y analizamos más esas situaciones o comportamientos que nos incomodan.
Cuando por este motivo, el periodo vacacional no transcurre de forma tan placentera como queríamos, la crisis se hace latente. La frustración es cada vez más notable y el conflicto puede llegar a tener difícil solución.
Algunas parejas comparten poco tiempo en común durante el año, otras sí pasan tiempo juntas pero no de calidad, no encuentran un momento para hablar de temores, de anhelos, de cómo se siente cada uno ante una situación concreta… Se puede tener un proyecto de vida en común, que la pareja se convierta en un equipo, pero nos dejamos llevar por las obligaciones del día a día y se nos olvida el afecto y el apoyo que verdaderamente necesitamos el uno del otro.
En algunos casos, se arrastran durante el año diferentes desencuentros que salen a la luz en las vacaciones, simplemente porque no lo hemos solucionado antes, y si no obtenemos la respuesta deseada, nos decepcionamos o nos entristecemos… La diversión y el disfrute que queríamos compartir con nuestra pareja, se convierte en un verdadero calvario estropeando así las vacaciones ¡imagina cómo será la vuelta!
¿Y si mi relación goza de buena salud?
¡Entonces no hay nada que temer! La crisis de las vacaciones se resumirá en un pequeño conflicto sin importancia, una anécdota más que incluso te ayudará a desarrollar actitudes que puedan enriquecer la relación con tu pareja.
Lo más importante es saber mantener esa buena salud siempre, que la rutina y el día a día no hagan que descuides eso que tanto valoras, ¡no esperes a las vacaciones para disfrutar!
Si así lo quieres, puedes hacer de cualquier situación un momento especial que fomente el positivismo y enriquezca la relación, manteniendo una buena comunicación, compartiendo cualquier cosa que nos inquiete, expresando tus emociones o necesidades… Incluso puedes inventarte una celebración sin que sea una fecha señalada.
No olvides que tu pareja es la persona con la que decides compartir tu camino, con la que construyes esa relación que forma parte de tu felicidad, pero para que así sea debes alimentar lo esencial y cultivarlo durante todo el año.
A veces no es fácil, a veces son más fuertes los problemas que os han llevado a sufrir esa crisis de pareja durante las vacaciones. No dudes en pedir ayuda profesional para resolver vuestras dificultades. Aunque las intenciones sean las mejores, no siempre podemos conseguirlo solos.
