¿Has pensado alguna vez en cuántos deberías piensas al cabo del día? Una semana estuve haciendo ese trabajo de reflexión, pensando en lo que me decía constantemente, y tras ese análisis me di cuenta que una gran parte de jornada la dedicaba, inconscientemente, a decirme todos los deberías que tenía sobre el mundo, el resto de las personas y, lo más importante, sobre mí misma. Hoy te pregunto ¿Qué te dicen tus deberías?
¿Qué son los deberías?
Los deberías son pensamientos, muy rápidos e inflexibles, que cada uno tenemos sobre ciertos temas. Nos sirven para saber cómo tienen que realizarse las cosas o la manera en la que se tienen que dar las relaciones, pero la mayoría de las veces son tan estrictos que generan muchísimo malestar, ya que al no cumplirse hace que sintamos que nuestro mundo se desmorona, ya sea en el ámbito laboral, familiar, social o de pareja.
¿Cómo se desarrollan estas reglas internas?
Siempre se producen por aprendizaje, o bien porque lo hemos aprendido de nuestras figuras de referencia, o bien porque al actuar a través de estos principios cognitivos nos ha funcionado.
Un ejemplo de lo primero sería que nuestros padres nos han dicho que los niños buenos no deben molestar a los adultos con sus tonterías (puede sonar muy agresivo, pero esto lo he oído muchas veces en consulta), por lo que cuando llegamos a la vida adulta podemos generar un principio parecido al siguiente: No debemos molestar a los demás con nuestras bobadas.
El generar deberías a través de la experiencia se produce cuando al usar estas reglas conseguimos un objetivo que creemos que no lo podríamos haber hecho de otra forma, cuando en realidad sí que hubiéramos podido. El hacerlo de esta manera genera que nos presionemos muchísimo y podamos tener, por ejemplo, ansiedad o problemas de pareja.
¿Cómo puedo cambiar los deberías?
- Identifícalos. Siéntate ante el ordenador o una hoja en blanco. Comienza a escribir todas esas ideas compuestas por el verbo deber o tener que, las cuales puedan producirte malestar con una intensidad muy alta.
- Busca las razones por las que tus deberías no se cumplen sin intentar culpar a nadie, ya que esto consiste en disminuir el malestar y potenciar el bienestar.
- Elabora alternativas a tus deberías intentando cambiarlos por verbos que indiquen preferencia o deseos. Asumir, sobre todo, que nuestros deberías no se cumplen por el punto número dos.
- Busca una solución. La mayoría de las veces estas reglas inflexibles paralizan y nos alejan de la capacidad de llevar a cabo estrategias de afrontamiento, así que es importante que busquemos soluciones en vez de centrarnos en los pensamientos negativos.
Practicando la técnica
Este ejercicio suele ser difícil de practicar, por lo que quiero realizar un ejercicio práctico que os pueda ayudar ¡Allá voy!
María vive con su pareja, Jaime. Casi todas las semanas tienen una discusión por las tareas del hogar, ya que María piensa que Jaime pasa de las cosas de la casa, que nunca hace nada y que si la quisiera debería hacer más ¿Os resuena este ejemplo?
El ejercicio con esta pequeña introducción sería el siguiente:
- Jaime debería saber que me molesta que no haga ciertas cosas en la casa; Debería interesarse por las cosas de la casa; Hacerlas porque todos los adultos lo hacen. Puede haber muchas reglas inflexibles dependiendo de cada situación, pero para hacer un ejercicio introductorio creo que es suficiente.
- Estos deberías no se cumplen porque Jaime y cada persona es de una manera diferente. Puede que yo desee que Jaime haga las cosas de casa porque así sentiría menos carga mental y física. Aunque lo haga o no, no significa que sea más adulto o me quiera más.
- Los pensamientos alternativos serían los siguientes: Me encantaría que pudiéramos tener una repartición de la casa más equilibrada. Desearía que Jaime se interesase por cada cuanto tiempo se limpian los cristales. Me gustaría tener las habitaciones más ordenadas.
- Las soluciones podrían ser las siguientes: aprender asertividad para expresar mi malestar y llegar a acuerdos con Jaime. Revisar juntos las necesidades básicas para la casa y que queden reflejadas en un documento e incluso ver si podéis contratar a una persona que os ayude para rebajar la carga de la casa.
Este ejercicio puede enfadar en algunas ocasiones, ya que algunas personas lo identifican con tener que ceder o cambiar ideas que hasta ahora habían servido, pero yo siempre pido que se haga una reflexión: ¿No merece la pena intentar cambiar para intentar reducir el malestar?
Blanca de Lamo Guerras
Psicóloga Tu Psicoterapia Madrid