Cuando las relaciones no pasan por su mejor momento, las vacaciones pueden ayudar a solventar la situación, en algunos casos. Desafortunadamente, en otros casos, no suele ser así. Cada año y, según las estadísticas, se comprueba cómo aumentan las rupturas de pareja tras las vacaciones y es que, cuando una relación es buena al final del verano será mejor, pero cuando es mala, las vacaciones suelen pasar factura.
Así es, algo tan ansiado y tan esperado como son las vacaciones, pensadas para descansar y disfrutar, se pueden convertir en nuestra peor pesadilla junto a nuestra pareja y desembocar en una separación inevitable a la vuelta. A veces, es necesario ese periodo de desconexión para pararnos a pensar en lo que tenemos o para darnos cuenta de lo que no tenemos, y tomar decisiones trascendentales para coger otro rumbo en nuestras vidas.
La rutina, una aliada en la que no debemos confiar
En ocasiones, se comprueba que el día a día hace que la relación funcione con un equilibrio perfecto, solamente respaldándose en que todo está bien organizado, las tareas bien distribuidas y el ritmo del hogar en armonía. Esto nos genera una tranquilidad que nos lleva a pensar que todo está en orden y la relación no puede ir mejor, ¡formamos un equipo perfecto! Pero muy probablemente estemos descuidando las cosas más importantes, como son los sentimientos, las emociones que no debemos dejar de experimentar, la diversión y el disfrute tan necesario durante todo el año.
Por otro lado, gran parte de los problemas de pareja se justifican por falta de tiempo, exceso trabajo, estrés, rutina diaria… Algo que nos hace pensar que unas vacaciones juntos son la solución perfecta, pero nada más lejos de la realidad. Por regla general, esos problemas están escondidos en conflictos más profundos. Esos asuntos sin resolver por falta de tiempo o ganas que, incluso, se dan por resueltos porque en ese momento preferimos centrarnos en otras cosas y que, al final, terminan saliendo a la luz y minando poco a poco las bases de la relación.
Así que nos damos cuenta de que no, la rutina no es nuestra mejor aliada. Y si a lo anterior le añadimos la desilusión y desgana que nos genera el tener que volver al trabajo y al ritmo diario, terminamos por buscar la forma de cambiar nuestras vidas, empezando por romper con la persona que no nos complementa como creíamos.
Gran parte de las demandas de separación se formalizan en septiembre debido a que es cuando se ponen de manifiesto los problemas que durante el resto del año permanecían ocultos o ignorados, pero existían.
Rupturas de pareja tras las vacaciones
Tenemos más tiempo para pensar, para gestionar los sentimientos, más espacio y más oportunidades para disfrutar de experiencias juntos, pero no siempre resultan positivas. De hecho, aunque podamos pasar junto a nuestra pareja las 24 horas del día, es algo totalmente desaconsejable y es uno de los motivos por los que se producen las rupturas de pareja tras las vacaciones.
Cuando no existen problemas de fondo como ya hemos comentado, simplemente el realizar actividades por separado y no hacer siempre todo juntos puede ser el mejor consejo que puedes seguir. Por muy bien que funcione la relación, debemos evitar cualquier tipo de dependencia y es muy importante para cada uno el saber disfrutar “sólos” o en compañía de otras personas.
Otro motivo que puede parecer anecdótico son las altas temperaturas. ¡Sí, has leído bien! El calor nos convierte en personas más irascibles e irritables, por lo que cualquier discusión puede verse agravada con las subidas del termómetro.
No obstante, cuando existe amor incondicional por parte de los dos, ilusión a pesar del paso de los años y una estabilidad plena, ¡no hay verano ni vacaciones que rompan la pareja!
¡Gracias por leer este artículo!